Estrategia comunicacional

Teniendo en cuenta la poca fuerza de convocatoria mediática y el grado de cobertura por parte de los medios tradicionales de comunicación que poseen los punkies actualmente, las proyecciones políticas del movimiento no tienen posibilidades de convocar a una cantidad de gente para obtener un mayor poder. El punk sigue pegando en las radios, la vestimenta aún es reconocida en estos días y los grupos punkies siguen existiendo, sin embargo, jamás con la convocatoria de los años setenta.
La cultura punk se asocia a la anarquía o al socialismo o comunismo. Pero ninguna de las dos formas de manejar un estado sería posible en Chile (por lo menos en estos días).
Primero, un país donde impere la anarquía (o la falta de todo gobierno en un estado), se transforma en tal cuando existe una ausencia o flaqueza de una autoridad pública. Y a pesar de que los últimos mandatarios a la cabeza del gobierno no han sido de los mejores, es casi imposible que haya una revolución masiva que permita una nación anarquista. Las instituciones no lo permitirían; además, faltaría gente partidaria.
A un grupo rebelde como los punks, poco le importa una estrategia comunicacional, ya que ellos pretenden llegar a la anarquía o a un gobierno comunista a través de la revolución social. Sin embargo, hay una gran parte de ellos que se define como punkie y que busca una vía no violenta de llegar a modificar los aspectos de la esfera política que le parecen erróneos. Pero hay que decir que muy pocas personas los ven como una opción válida y confiable en comparación con el gobierno democrático actual.
Los ideales punkies son utópicos en estos momentos. En la mayoría de los países de América Latina, el anarquismo jugó un papel preponderante en las luchas obrero-campesinas de las tres primeras décadas del siglo XX. Si bien el anarquismo hoy en día se aparece como un fenómeno político joven, y quizás por lo mismo, de alguna novedad para el movimiento revolucionario post-dictadura, la anarquía se remonta a los inicios mismos de las luchas sociales en Chile.
Por el otro lado está el socialismo. Después de lo que sucedió en el país a principios de los setenta ya no habrá gobiernos rojos, por lo menos próximamente. Además, la Concertación (supuestamente) es capaz de brindar un gobierno centro izquierdista que intenta satisfacer a ambos lados del sistema político de Chile. Ahora la pugna del poder se encuentra entre los de centro izquierda y los de derecha. Los lados más extremos tienen poco apoyo.
Ni la anarquía, ni el comunismo, por el momento, son una solución válida y accesible para la mayoría de la opinión pública. Y son vistas como formas que sólo provocarían un mayor desorden en la nación.

Como vemos, la poca convocatoria y el contexto económico, cultural, social y político no le dan espacio a la ideología punk para desarrollar sus principios de una manera más allá de la simple teoría. Entonces, ¿qué estrategia se debe tomar para que los ideales punkies se lleven a cabo?
El proyecto político de este grupo social es igual a: revolución. Su espíritu rebelde perdería identidad si se les hiciera cambiar su actitud y mostrarse de una manera más pasiva. Es decir, no se puede modificar una cultura que viene de los setenta para proyectar sus ideales de una manera más tangible, simplemente porque ya dejarían de ser “punks”. Lo que sí pueden hacer es influenciar diferentes espacios políticos, sin grandes expectativas a nivel macro sino que de a poco. Por ejemplo, si los punks están en contra de la matanza indiscriminada de los animales, pueden apoyar diferentes organizaciones que embistan esta carnicería. Al mismo tiempo, los medios comunicarían esto al la sociedad y los punkies se estarían haciendo una mejor imagen.
No se le pide a los punkies que cambien su actitud frente a la vida, porque se le estaría despojando de todas sus bases ideológicas, pero sí pueden mostrar su lado “bueno” (el lado ético y moral considerado por la mayoría) más frecuentemente.
Otra de las formas de impulsar su ideología es apoyando a los partidos políticos con los cuales más se identifiquen. A pesar de que sí lo hacen, debería ser de una forma mucho más activa. De hecho, a los jóvenes se les reprocha la poca motivación por la política en la actualidad. Observar a los adolescentes más comprometidos con el país estimularía a las masas. Esto se puede ver por ejemplo con las marchas y paros estudiantiles secundarios; si un grupo toma la iniciativa muchos otros los seguirán; incluso otros grupos, como los estudiantes universitarios y profesores.

Según señala el libro “Comunicación y política” de Jaques Gerstyle, “con excesiva frecuencia se asimila la comunicación política a un conjunto de recetas que apuntan a manejar las técnicas que permiten pasar con éxito el test mediático”. Al estilo punkie le sobra emocionalidad y discurso ideológico, así que no sería tan complicado embarcar un levantamiento punk, que logre movilizar a los seguidores a lo largo del país y acapare la atención de los medios de comunicación. Tal vez una mayor organización a nivel nacional (a pesar de los contactos virtuales), se necesita para despertar a los punks. Así se les mostraría como un movimiento serio y comprometido con el fin común de la sociedad.